El Blog De Felipe

Bienvenido, espero que este espacio sea de tu agrado.
Un lugar para mis pensamientos e historias

jueves, 29 de septiembre de 2011

La enfermedad del hombre


Ahí estaba a los pies de la cama, mirándome con sus extraños ojos; estaba esperando a que yo la invitara a mis sábanas [...] ¡Pero yo no lo haría nunca más!. No, yo ya conocía alguno de sus trucos, sabía que decirle pero aún así no pude evitar sentir intriga frente a este estado de fiebre. Ella simplemente me miró y me sonrió, para lanzar sus dados al juegos [...] Tomó la punta de mi sábana y sin levantarla mucho, se deslizó entre mis sábanas y se acurrucó entre mis brazos. Que podría hacer yo [...] solamente era un solitario visitante, no era primera vez que lo hacía pero no podía negar lo bien que me hacía sentir ésta sana droga. El amor, la enfermedad del hombre, me sonrió y me dijo "¿Por qué no vamos a dar una vuelta?". Yo cansado y viejo la miré para decirle en la cara lo que siempre guardaba en una caja de zapatos [...] Pero no;Antes de que el aire se soltará entre mis labios, ella acercó su rostro y me contagió. Sabía que los efectos de su enfermedad eran la perdida de noción del tiempo, pero me sentía en el cielo al sentir su calor. Me sentía único. Ella me decía "vamos a dar un paseo, sólo una vuelta con ella, los tres en la oscuridad de la noche [...] en el abismo de los sentimientos. Vamos, vamos". ¡Acaso no te das cuenta que sus labios le pertenecen a otra hiena, acaso no te das cuenta que solamente es un sueño!. Pareciera desvanecerse cuando se lo gritaba en la cara, pero ahí estaba ella diciéndome otra vez: " vamos, vamos, no pierdes nada con intentarlo, ¿a qué le temes? ". Tonta pero adicta sonrisa. Comenzaba a quedarme dormido entre sus brazos, mientras ella me tomaba de las manos para que sintiera su calor y así, caer completamente, otra vez.
¡Pero no, ya era muy tarde para arrepentirme!. Ya estaba completamente sedado por su sabor. Hasta que sin aviso alguno, se levantó de mi cama y caminó sin prisa alguna hacia la puerta de mi habitación. "¿Que haces?", le pregunté en vano, mientras mi cuerpo comenzaba a caer hacia el ya vacío espacio de mi cama. En ese momento lo sentí [...] ¡La enfermedad del hombre lo hizo otra vez!. Comencé a sentirme enfermo, comenzaba a perder el conocimiento de lo moral, comenzaba a perder el control de mi mundo. En ese momento, entre gritos me pregunté: ¿El verdadero efecto de la enfermedad del hombre, ocurre mientras siento su calor, o mientras pesa su ausencia?. De nada sirve buscar las respuestas en mí, ya que no las tengo. Tomo aire otra vez, suspiro, y me relajo. La próxima vez que la vea, le preguntaré [...] le preguntaré a ella, ella tiene las respuestas. Después de todo volverá. ¿siempre lo hace o no?

viernes, 23 de septiembre de 2011

Un Cambio

Ése día sería distinto, lo sentía en el interior. La monotonía se había roto aquella mañana.
Se levantó más tarde de lo común, para ser específico, una hora más tarde. Al ver la hora corrió desesperado hacia la ducha. El gas se había acabado; así que tuvo que ducharse con agua helada. Luego de unos gritos de desesperación y rabia, salió de aquel refrescante lugar y corrió a ponerse su traje. bajó de las escaleras con sus zapatos negros, un oscuro pantalón, una camisa blanca con una corbata roja y su chaqueta "Blazer" con botones lisos. Salió tan rápido que no tuvo tiempo de verse en el espejo ni de abotonar su chaqueta.
A las 8:23 A.M. llegó al paradero para tomar la micro. No era usual, el siempre llegaba con exactitud a las 7:15 A.M. y tomaba la micro unos tres minutos más tarde, dependiendo del día y del tráfico. Pero esa mañana no, esa mañana todo le había salido mal.
Unos minutos más tarde, logró subirse al transporte. La micro estaba estaba llena, y además, a él le apestaba la gente. Así que avanzó con cuidado y diciendo en voz baja "permiso", logró avanzar hasta la puerta de el medio. El recorrido seguía y la micro se llenaba de gente, hasta llegar a un paradero donde no se podía entrar por la puerta delantera, la principal. Él estaba apretujado, mirando firmemente el paisaje a través del transparente cristal, no podía moverse mucho y estaba a unos pasos de estampar su rostro en el vidrio.
Luego de una cuantas calles, subió por la puerta de el medio (porque las otras estaban demasiado llenas como para abrirlas) una joven muy atractiva; de piel blanca, un oscuro y largo cabello, unos labios hermosos y rojizos. en particular, todo su rostro era bello, a pesar de tener los rasgos más comunes de la gente, su cara tenía algo especial que atraía la mirada del tipo.
Como era de estatura baja, su cara daba directamente al pecho del hombre, quienes habían quedado frente a frente debido al espacio.
El hombre seguía fuerte y recto mirando las calles, pero en realidad sentía una extraña atracción hacia la chica, que sin vergüenza alguna había posado su cabeza en el pecho del hombre.
A instantes, parecía como que si sus miradas se encontraran, pero dado a la situación inusual de la vida del hombre y su vergüenza, él corría su mirada inmediatamente hacia el frente.
Faltaban solo dos estaciones más para que el recorrido terminara y toda la gente bajara. En el penúltimo paradero la joven lo miro con ternura, diciéndole " Tu corbata está mal abrochada, déjame ayudarte".
Y sin esperar ningún tipo de aprobación, le tomó la corbata y se la desabrochó, para arreglársela. Tal y como una buena esposa ayuda a su marido en el primer día de trabajo.
Al llegar  a la última estación la joven ya había terminado con su acción y las puertas comenzaban a abrirse. Otra vez, como la corrida de toros, la gente corría de aquí para allá y la joven se había bajado del transporte caminando en dirección opuesta al trabajo del hombre.
En ese instante el hombre perdió toda vergüenza y le gritó: "¿Cual es tu nombre?". A lo que la muchacha respondió con un grito "Ingrid", perdiéndose entre la masa. No importaba cuanto saltara el hombre, jamás la vería.
Todo el resto del día había salido normal, tal y como los otros días. Fue en la noche, al llegar a su casa, que comenzaba a darse cuenta de lo monótona que era su vida. Aún se preguntaba el motivo de la joven para actuar de tal manera. Pero algo estaba claro, nunca se había sentido tan atraído por una mujer como ésta.
A la mañana siguiente el despertador sonó a las 6:30 A.M. y el hombre estaba a punto de levantarse, cuando súbitamente lo saltó un recuerdo del día anterior, una voz del pasado. Lo pensó un poco y, haciendo caso omiso a su rutina se quedó en la cama, esperó a que fueran las 7:30 A.M. para levantarse y llegar al paradero a las 8:23 A.M. a esperar la micro. Repitió todo el acto del día anterior, sin embargo, al llegar al paradero donde la desconocida había subido el día anterior, la micro siguió de largo y el hombre vio el paradero vacío. En ese momento comenzaba a decepcionarse.
Al caer la noche el hombre regresó triste a su hogar, pero cambió la hora de su reloj despertador a las 7:30 A.M. para así levantarse a tomar la micro a las 8:23 A.M.
Y así pasaron los días, llenos de tristeza y decepción, sin poder ver su angelical rostro. Hasta llegar a una noche en la que estuvo a punto de cambiar su reloj, pero quien sabe, algo le decía por dentro que no lo hiciera, de tal modo que le dio una segunda oportunidad a su nueva rutina.
A la mañana siguiente, comenzó todo como últimamente lo hacía, se duchaba a las 7:35 A.M., luego se vestía a las 7:50 A.M. y salía hacia el paradero a las 8:19 A.M.
Sin esperanza alguna tomó la micro; Avanzó hacia la puerta de el medio, se puso de los primeros, miró el paisaje firme y recto... todo tal y como lo había hecho ayer, anteayer, etc.
Pero al llegar al paradero, la desconocida subió sorpresivamente y se colocó su lado izquierdo. El hombre no pudo evitar estallar en alegría, era sin duda un golpe hacia el paraíso. Pero la mujer no lo miró.
"¿Qué hice mal? ¿Acaso huelo mal?, no, no lo creo" pensaba el hombre mientras lentamente comenzaba a agachar la cabeza. Cuando sorpresivamente la mujer lo miró. Y le dijo: "Hola".
El hombre estaba desconcertado, pero sabía que eso no debía importar, así que le devolvió el saludo.
Sin embargo la joven siguió mirando hacia adelante, una vez hecho el saludo de cortesía.
Puede que en el resto del viaje no se hablaron ni se miraron, pero sin duda, el hombre estaba feliz; a pesar de que a la muchacha no pareciera darle importancia, su día había sido bendecido...

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Un Final Sin Adiós


-¡Ah!...- decía el hombre con un aire amargo - ¡Aún no lo puedo creer!, ¡no se me ocurre nada!, ¡Estoy harto! – Gritaba el hombre golpeando el vaso contra la mesa de aquel bar.
En ese momento, el barman que estaba de turno aquella noche se acercó al melancólico hombre y mirándolo con un gesto de compasión le arrebató el vaso cuidadosamente de sus manos para luego llenarlo de cerveza.
-         La casa invita – dijo alegremente el cantinero, cuidando de no alterar el ánimo de aquel hombre-.
-         Gracias - dijo éste, jugando con el vaso, mirándolo con aire de melancolía mientras se quitaba su largo pelo castaño de su cara-.
-         ¿Por qué esa cara tan larga? – dijo el cantinero, mientras limpiaba uno de los jarros de vidrio - ¿Algunos problemas en la casa o en el trabajo?, ¡Vamos, desahógate! – dijo éste con tono solidario.
-         Un poco de todo – dijo el melancólico hombre, aún con el vaso en la mano – ya no sé que hacer, tengo que escribir un libro pero no sé por dónde comenzar, ¡No se me ocurre nada! –
-         Creo que tienes una especie de bloqueo mental, debes estar distraído –
-         Tal vez, talvez – decía el hombre en voz baja, aún con la mirada en el vaso, ¿Acaso aún no tenia pensado tomárselo?-
-         Puede que sea... – decía mientras pensaba el carismático trabajador – ¡Amor! -.
En ese momento John dejó de juguetear con aquel vaso y se le vino a la mente, mientras miraba atentamente la cerveza dentro de aquel cristal, la imagen de una persona a quién el dejó atrás por venir a estudiar a otro país; la imagen de Elizabeth. El amor de su vida.
John se levantó lentamente de su silla, tomó su chaqueta y de su bolsillo sacó el dinero, el cual deposito en la mesa diciendo “Gracias”, para así abandonar rápidamente el lugar, dejando al solidario hombre hablando solo. Salió por la puerta delantera a la calle. El aire estaba helado y las luces de la ciudad iluminaban toda la angosta calle, las luces rojas de los autos al doblar y sus luces amarillas daban un joven y moderno aspecto a la ciudad; gente paseándose de aquí para allá, todos con diferentes atuendos, trajes y caras, algunos de piel negra y otros blancos. Finalmente, luego de la impresión de aquel espectáculo de luces y gente, John logra hacer parar un taxi con aquel gesto de anteponer la mano frente a la vista de algún conductor, para así, abandonar aquel carnaval de almas y dirigirse a su apartamento.

Cuando llegó el hombre  a aquel edificio, subió por las escaleras unos tres pisos, se dirigió a la tercera puerta y luego de meter la llave en la cerradura, la giró para obtener acceso a su solitario santuario. El apartamento tenía un aspecto típico de un hombre soltero: era pequeño, con un color verde musgo en las murallas. Tenía un estante viejo en la esquina enfrente de la puerta lleno de libros, algunos sucios y con polvo. A la derecha de la entrada, delante de un  marco sin puerta, estaba la cocina; era tan pequeña que todo estaba alrededor de las paredes y todos los platos sucios estaban amontonados en el pequeño lavamanos. Al frente de la cocina, cruzando por un largo sillón, el cual servia como cama para sus amigos cuando había fiesta, estaba el dormitorio. La habitación estaba relativamente ordenada, bueno, mas ordenada que cualquier otro espacio de la casa; con excepción del baño que se encontraba en la esquina izquierda del departamento, frente al estante.

John, al entrar al departamento, dejó su chaqueta en el sillón y se acercó al teléfono para verificar alguna llamada perdida. El hombre presionó el botón  y escuchó la voz de su padre diciéndole, en pocas palabras, que lo llamara de inmediato. Al escuchar el tono de su padre, y la urgencia con la que éste sonaba, John no lo dudó dos veces y corrió a la chaqueta para sacar el celular de su bolsillo. Luego de minutos de espera, finalmente su padre le contestó. Tenía la voz baja, se escuchaba como si hace poco hubiera estado llorando.
-         ¿¡Qué!? – gritó el escritor desesperadamente - ¿Cuándo? ¿Cómo?-.
Luego de una acalorada conversación las rodillas del hombre sucumbieron, bajó lentamente apoyado a la pared y sosteniendo sus piernas entre sus brazos, comenzó a llorar.
“¿Podía ser cierto?”, pensaba el hombre. Aún no podía creerlo, no sabía que hacer, que sentir ante tal noticia. Estaba impactado por aquella noticia: sabía que tarde o temprano llegaría ese día, el día en que su madre muriera.
Luego de llantos y desgarradoras palabras contra el aire, decidió levantarse y hacer su maleta para emprender el viaje a su ciudad de nacimiento.

Eran las once de la mañana cuando estaba sentado en el aeropuerto cuando al fin, luego de una larga espera, escucha la angelical voz de una mujer avisando que su vuelo estaba por salir. El hombre tomó sus maletas y subió a aquel avión.
A las tres de la tarde el hombre bajó del avión y buscó alguna cara familiar que lo recibiera luego de seis años de desaparición.
- ¡John! – dijo una voz a lo lejos.
Entonces el escritor comenzó a mirar en todas direcciones y luego, después de un instante de suspenso y alegría, logra reconocer a un sujeto acercándose a lo lejos, y con una gran sonrisa comenzó a mover sus pies para llegar a él.
-         John – dijo su primo - ¡Cuánto tiempo ha pasado!
-         ¡Mike! – respondió con sorpresa al cerciorarse de que era su pariente - ¿Cómo has estado?
-         John tengo tanto que contarte, ven vamos al auto – dijo Mike mientras arrebataba de la mano al escritor una de sus maletas – ¡Ah!, por cierto, mi más sentido pésame, espero que esto no te derrumbe.
-          No te preocupes, al igual que la felicidad y la tristeza, la vida esta ligada del mismo modo con la muerte. Además tarde o temprano tenía que ocurrir. Solo me gustaría haberla escuchado decir adiós – dijo el hombre con la mirada cabizbaja.-
-         No te desanimes, vamos, no te imaginas cuánto han cambiado las cosas -.
 Y así, luego de doblar y caminar por algunas escaleras, John y su primo subieron al auto.

Mientras iban por la carretera a John se preguntaba que tanto habrían cambiado las cosas, se preguntaba si alguien había si quiera derramado una lágrima por él; así que sin darse cuenta su boca se aflojó y de sus labios comenzaron a salir todas las dudas. Era como hablar con alguien nuevo, alguien con quien nunca había cruzado la mirada en la calle, pensaba su primo. Pero con lástima Mike comenzaba a responderle todas sus preguntas a este desconocido.
John no estaba sorprendido, al enterarse de que todos sus amigos estaban casados, unos lejos, y algunos familiares muertos; después de todo, eso no era más que la introducción para la pregunta más importante.
-         ¿Y cómo está Elizabeth? – soltó el hombre de 24 años -.
-         ¡Ah! Ella… estudió en una universidad, y solo sé eso – dijo Mike, tratando de evadir la respuesta a aquella pregunta, para no lastimar más el corazón de su pariente.
Sin embargo el escritor notó esta indiferencia y antes de volver a preguntar, el auto se había detenido en una vieja casa. Ninguno de los dos quería perder tiempo, debido a que el entierro se realizaría en una hora más y John no pudo estar presente en el velorio; así que John subió por las viejas escaleras del inmueble, entro a la primera puerta que vio y depósito su maleta encima de una cama, para cambiarse lo más rápido posible.
 El cielo estaba nublado y la lluvia comenzaba a caer en el desfile de lágrimas y sollozos. Era un ambiente de tristeza y amargura. Los familiares de John se paseaban por el cajón deseando un que el dolor de sus cercanos desapareciera. Pero a quién iban a engañar aquellos deseos. De toda la gente que estaba ahí, John conocía a diez de ellos, otros seis eran familiares de su madre y las otras doce personas nunca las había visto en su vida.
-         ¿Por qué debemos esperar la muerte de un ser querido para poder reunirnos? – preguntó su padre mirando a John, con toda la cara mojada y aspecto de enfermo -.
-         Supongo que nunca lo sabremos – respondió éste secándose las lágrimas de la cara y abrazando a su adolorido viejo.
-         Dónde estuviste todo este tiempo – le preguntaba su padre, al verse situado en tal reconciliación -.
-         Tratando de ser alguien… tratando de ser alguien para que cuando volviera todos estuvieran orgullosos de mí.
-         Solo queríamos verte feliz, con una familia a quien cuidar y una vida que entregar
-         Lo siento padre, pero yo nací para perseguir los sueños.
Y la conversación terminó repentinamente cuando el cura dio la orden de reunirse frente al ataúd.

Los días habían pasado y nada podía llenar el aire de tristeza y vacío que reinaba tanto en la habitación del hotel como en el corazón de John. Estaba triste, así que sacó uno de los libros que escribió, el único que se había publicado, y comenzó a leer en su mente las palabras de optimismo que había ocultado entre las líneas de sus oraciones.
Era tiempo, John debía abandonar su ciudad natal  para volver a su trabajo de escritor; pero no lo haría sin primero comprarse un recuerdo de su estadía. Así que esa misma mañana partió con su chaqueta de cuero al centro de la ciudad y, después de husmear en las tiendas, pudo comprase ropa y otras cosas de la localidad. Una vez terminado el paseo, el hombre volvió al metro y bajó por las anchas escaleras. Las líneas del tren estaban rodeadas de gente, así que John tuvo que esperar al otro transporte para volver a casa; sin embargo la gente no paraba de llegar y en eso, le pareció ver una cara familiar al otro lado del andén. No lo dudó ni un segundo y trató de acercarse lo más rápido posible a la orilla. ¿Acaso era posible?, ¿podía ser ella?
En efecto, era ella. Con su liso cabello castaño que caía por su angelical rostro hasta sus hombros, su delgada figura y su pequeña estatura, seguía tan linda y radiante como la última vez que la vio.
Sin embargo, antes de que pudiera alzar su mano frente a la mirada de su bella musa, notó la presencia de un niño, que le tiraba los ajustados pantalones de sus piernas. Enseguida notó que ésta no dudo en levantarlo entre sus brazos con un gesto de amor puro. Y luego, solo para comprobar si sus temores eran ciertos, examinó detalladamente sus manos para encontrar algún anillo y, para su suerte, lo encontró. Segundos más tarde no tardó en llegar un tipo alto y pelo corto, con aspecto de empresario, con su traje de pingüino y su gran reloj en la muñeca; en la cual sostenía un maletín oscuro. Éste la besó en los labios y ella sonrió.
John pudo haberse lanzado en ese mismo instante a las líneas del metro, pudo haber salido corriendo, pudo ponerse a llorar como un niño perdido. Pero no lo hizo. Pudo haberse puesto triste, pudo enojarse, pudo deprimirse, pero no lo hizo, al contrarió, sonrió y una chispa le vino al alma. De pronto, su mente había comenzado a rondar ideas y frases que jamás diría en su vida, pero ingeniosas, era como si alguien hubiera encendido el switch de su alma. Y, apenas sintió todo esto, llegó el vagón. John lo abordo sin prisa, con su corazón tranquilo, y desviando la mirada de aquel bello momento de triunfo de su amada; se retiró.
Al llegar a su habitación, sacó un viejo cuaderno de su maleta y comenzó a escribir los más tristes, bellos y melancólicos capítulos de  una larga historia; al fin sabía como comenzar y terminar la historia, la historia de su amor. Y antes de terminar el segundo capítulo, aquella noche, en donde un festival de emociones se había instalado en su corazón, escribió en la primera hoja una dedicatoria que decía así:

“Sé que talvez nunca leas esto, pero si es así, solo quiero que entiendas. Fui como el cuervo tratando de cazar a la mariposa, y tú como el diente de león perdido en el cielo del verano. Nunca pude decirte lo que sentía por ti, solo me fui para perseguir mis sueños y sin decirte lo mucho que te amaba, te abandoné. Nunca creí poder decir esto, pero creo que al fin estoy mejor sin ti, y espero que tú también seas feliz. Ahora puedo ser feliz, porque sé que tú lo eres, y siempre te llevaré en mi corazón. Sólo digo que a veces decir adiós, es una segunda oportunidad. Y nosotros pudimos terminar este capítulo, sin decir adiós”.
 “Que bueno que eres feliz con una persona, solo me hubiese gustado que esa persona fuera yo”
John Reymond

Un Fragmento de Vida


Así que salió por aquella puerta hacia la calle. Sabía lo que debía hacer, de tal modo que mientras caminaba por aquella calle comenzó a desteñir su mundo; tal y como antes lo hacía.
Él sabía que ya era tiempo de su vida pero jamás la podría olvidar.
¿Cómo olvidar aquella voz, que silenciaba el ruido de los automóviles?. ¿Cómo olvidar aquel rostro, que iluminaba cualquier noche oscura?. ¿Cómo olvidar ése olor, del que su nariz se acostumbró.?
No, el jamás la podría olvidar; así que la puso aparte, para continuar con su vida. La dejó en un espacio de su corazón, en ése espacio en donde colgamos los cuadros de los que nos importan. no para olvidarles, para respetarles.

El Lento Adiós

Sólo Dios sabe que tan aguijoneado ha dejado el tiempo en el corazón de éste anciano. Él sabía que sus días estaban acabando; así que cada tarde, luego de almorzar, se sentaba en una silla situada en el patio delantero de su casa para meditar el día. "¿He desperdiciado mi vida?" se decía el anciano hombre. Al esconderse el sol, aquella helada noche, el cansado hombre encendió la radio, se sentó frente a un mesón de cristal que tenía en el comedor y comenzó a leer los periódicos. Luego se acercó al mueble del viejo televisor y sacó un álbum de fotos. Volvió a sentarse en aquel mesón y comenzó a recordar aquellos momentos; aquellos momentos en el que no existía la preocupación y su cuerpo gozaba de una buena salud, aquellos momentos en que el amor era un acompañante con quién recorría la carretera, aquellos momentos en el que decir "para siempre" era más que una palabra, aquellos días en que la necesidad de un ambiente seguro para sus hijos los hizo mudarse a un lugar más amplio, aquellos momentos de felicidad en que la vida opacaba a la muerte, aquellos momentos en que su alma se le rompía en pedazos, pero siempre recordando  a quién estubo a su lado, simpre recordando aquella mano amiga con la que envejeció, y siempre recordando el día en que el mundo le demostró que nadie es inmortal, que todos somos humanos y que una vida perdida no era más que un susurro en la pradera de la vida, mientras los grillos cantaban y las luciernagas brillaban. Y recordando todos esos momentos en que su vida fué lo que fué, se recostó en su suave colchón amoldado por el uso Y recostó su cabeza sobre su almohadón de plumas para finalmente ir al lugar en donde la única incognita era resuelta. Y anelando volver a ver a su amada, a sus amigos, a su familia, con una sonrisa en la cara dió su último aliento mientras su vida  se iva como el viento cuando  corre a travéz de la mar. Pero a quién le importaba el anciano, el mundo no lo conoció, los conocidos lo olvidaron pero eso no le importaba a éste suspiro, porque su mundo se había desvanecido con el tiempo, porque su mundo no era el mundo, era sus seres queridos.

colores

Mientras caminaba por la calle el podía ver; podía ver el cielo, la gente, los autos, los arboles... todo gris. Suspiraba cada vez que miraba la cara de alguien asomándose al doblar en la esquina de aquella calle, tenía las esperanzas de que fuera ella. Entonces en la esquina de la calle opuesta, por la vereda, apareció ella; su musa, su princesa, su amiga. Todo volvía a su lugar, todo volvía a tener color, a tener sentido. Cuando la mujer se acercó lo suficiente como para que notara su precencia, La saludó con un gesto moviendo la mano en el aire. Ella lo vio y respondió de la misma manera; para seguir en su tranquilo camino. Entonces, una vez que la mujer giró su cabeza para ver dónde caminaba; todo perdía el color y los pensamientos volvieron a derrumbarse, mientras veía como ella se los llevaba. Ya era hora de irse. Después de todo, volvería mañana a la misma hora; porque sabía que ella pasaba todo el tiempo por ahí. Porque su vida era ella. Y era más triste saber, que para ella todo el mundo era de color.

Otro día


Es otro día en este carnaval de almas, y otro capítulo en ésta comedia... y me pongo a pensar que realmente malgastamos nuestro tiempo... tenemos ese nose-qué que siempre nos damos cuenta de lo que teníamos cuando lo perdemos.
si fijamos nuestra mirada en lo que nos falta, siempre falta... pero quién soy yo para decirles esas boberías, si lo único que se hacer es sentarme y ver cómo pasa mi vida frente a mis ojos mientras imagino un mundo mejor basado en las reacciones que no hice; pero tarde o temprano todos tenemos que despertar.
alguna vez le haz preguntado a un niño que es la felicidad para él o simplemente que es la vida para él, probablemente su respuesta sea que jugar, reírse, dar abrazos y besos. Y tal vez esa es la esencia de la vida. con el tiempo todas esas ideas se alejan y se nos globaliza la mente con trabajo y rutinas. CADA SER HUMANO no es más que un grano de arena con un universo adentro, una mente capaz de analizar cualquier situación, es decir, somos una súper computadora, la madre de todos las herramientas, podemos construir grandes catedrales, impulsarnos por la excitación de una mente promovida por el deseo de descubrir, podemos imaginarnos viajes y mundos que solo se encuentran en nuestra cabeza, romper el límite de lo conocido para crear nuevas reglas... pero en vez de avanzar sólo retrocedimos.
Que triste realidad saber que el momento en que más se le elogia a una persona es su muerte. Aquellas frases que quedaron grabadas en nuestra memoria colectiva no son más que epitafios.
en cuanto al AMOR, ya todo cambió. La mayoría de los hombres no buscan más que el placer sexual en una mujer, el amor ahora no es más que una lucha por el apareamiento.  Algunos sólo piensan en usar mujeres para no estar sólos y simulan todo, cuando en realidad todavía luchan x una otra. aquellos hombres no saben lo que es estar sólo... juegan a los besos mientras miran con fijos ojos la lascivia figura de  otra. Pero quién soy yo para hablar de este tema... sólo he tenido decepciones y si ahora estoy sólo te aseguro que es por fue por mi inmadurez y estupidez. Aquellos que no aman a una mujer, no saben lo que otros darían por tenerla y hacerla reina mientras éste la golpea. pero ya no soy nadie para este tema... sólo sé que el amor es una locura, más en la locura hay un poco de razón.
en cuanto a mí, sólo espero que cuando fallezca todos aplaudan y recuerden cada línea que escribí, cada parlamento que razoné, cada idea que plantee, cada chiste que dije, cada bello momento que tuvimos, cada vez que me corregías con tus pensamientos basados en la psicología, cada cosa que gritamos en la calle; y ríanse de aquellos y recuérdenlos con nostalgia. Más si lloran sin motivo alguno me habrán defraudado, porque eso demuestra que realmente no les importé y no me recordaron de buena manera... vamos seamos honestos, en todos los funerales lloran y solo se repiten unos a otros : ¿por qué?. quiero ser original y único. espero que realmente noten un cambio en mi.
como sea amigos... disfruten de cada momento que vivan con su pareja, amen e investiguen la ciencia del pensamiento, plantéense sus propias dudas, equivóquense por si mismo, y aplaudan, porque esta comedia ya ha terminado.

martes, 20 de septiembre de 2011

Yo


no creo en el amor ni en la soledad pero aún así me interesaría saber en que momento dejé de ser uno con nadie, estoy rodeado de decepciones, es curioso, saber que la gente es grande solo en la muerte... entonces que fueron en vida , conceptos y palabras vacías q solo se abrirían para el óbito de un ser humano, es vacío... el exito es una fuente de inalcanzable sueños, que se extiende cada vez más que uno alcanza un punto de control.Recuerden que  hay tres tipos de personas en el mundo… las que hacen que las cosas sucedan, las que miran como suceden las cosas y las que se preguntan qué demonios sucedió.
no entiendo cuando la gente dice que odia al sistema... es decir, es verdad pero , ellos no trabajan , no tienen ninguna ley ni contrato , no están sujetos a ninguna ley que involucre lo económico, xq el monopolio se maneja en pedazos de papel de valores (no me pregunten donde quedó el oro), de todas maneras, pagan x su ropa, pagan sus estudios, pagan su comida, pagan su sociabilidad e inteligencia.
no soy existencialista, solo me pregunto xq se interesa la gente tanto en cosas que ni vale la pena, cualquiera puede llegar a este tipo de interacción con su mente, no se necesita leer libros o veer canales de historia, solo se necesita saber que es lo que quiere;  la gente solo se rodea de sus propios fracasos, demonios y angeles, y se lanzan a la droga, delincuencia,alcohol, droga, cigarro y otros vicios , pero de toda esa gente, conozco muy poca que lo hace solamente por necesidad, se dejan llevar por un medio muy controlado que es la televisión. el problema en una familia cn la televisión no es que quite ¨tiempo familiar¨ sino que se fijan en cuanto ganan los futbolistas, cn cuantas mujeres se acostó pedro, e intentan imitarlos.
siempre e odiado la sociedad, no por antisocial, sino por la gente que en vez de evolucionar va para atrás, siguen a un ídolo que luego odiaran cuando les fallen en algo, parece que le gusta ser inferiores que sus dioses, no los superan, los imitan al igual que sus pares.
en cuanto a la religión nose si exista DIOS o nose si crea que exista dios, solo se que la gente lo ha matado, piensan que ir a pedirle disculpas al altar perdonará a la falta que le ha provocado a un humano y redimirá sus penas, cuando podrían buscando una forma más sutil para expiar sus faltas.
si has llegado hasta aquí leyendo todo o simplemente leíste el final no servirá si no lo piensas, déjame decirte que si la vida  ha sido dura contigo, has sido afortunado , vive tus penas, tus odios, tus amores, tus deseos y metas, que los muertos no pueden respirar el alma... no te preocupes por mí, seguramente me darás más crédito cuando desaparezca y solo  siéntate y pregúntate:
soy solo yo, o mi mente

Bienvenido

Hola Hola Hola, Mi nombre es Felipe, soy el diseñador de este blog.
Espero que este espacio sea de tu agrado y puedas disfrutar de mis palabras, muchas gracias por su atención